martes, 29 de diciembre de 2009

Estas navidades siniestras

Gabriel García Márquez

Ya nadie se acuerda de Dios en Navidad. Hay tanto estruendo de cornetas y fuegos de artificio, tantas guirnaldas de focos de colores, tantos pavos inocentes degollados y tantas angustias de dinero para quedar bien por encima de nuestros recursos reales que uno se pregunta si a alguien le queda un instante para darse cuenta de que semejante despelote es para celebrar el cumpleaños de un niño que nació hace 2.000 años en una caballeriza de miseria, a poca distancia de donde había nacido, unos mil años antes, el rey David. 954 millones de cristianos creen que ese niño era Dios encarnado, pero muchos lo celebran como si en realidad no lo creyeran. Lo celebran además muchos millones que no lo han creído nunca, pero le gusta la parranda, y muchos otros que estarían dispuestos a voltear el mundo al revés para que nadie lo siguiera creyendo. Sería interesante averiguar cuántos de ellos creen también en el fondo de su alma que la Navidad de ahora es una fiesta abominable, y no se atreven a decirlo por un prejuicio que ya no es religioso sino social.

Lo más grave de todo es el desastre cultural que estas Navidades pervertidas están causando en América Latina. Antes, cuando solo teníamos costumbres heredadas de España, los pesebres domésticos eran prodigios de imaginación familiar. El niño Dios era más grande que el buey, las casitas encaramadas en las colinas eran más grande que la virgen, y nadie se fijaba en anacronismos: el paisaje de Belén era completado con un tren de cuerda, con un pato de peluche más grande que un león que nadaba en el espejo de la sala, o con un agente de tránsito que dirigía un rebaño de corderos en una esquina de Jerusalén. Encima de todo se ponía una estrella de papel dorado con una bombilla en el centro, y un rayo de seda amarilla que habría de indicar a los Reyes Magos el camino de la salvación. El resultado era más bien feo, pero se parecía a nosotros, y desde luego era mejor que tantos cuadros mal copiados del aduanero Rousseau.

La mistificación empezó con la costumbre de que los juguetes no los trajeron los Reyes Magos -como sucede en España con toda razón-, sino el niño Dios. Los niños nos acostábamos más temprano para que los regalos llegaran pronto, y éramos felices oyendo las mentiras poéticas de los adultos. Sin embargo, yo no tenía más de cinco años cuando alguien en mi casa decidió que ya era tiempo de revelarme la verdad. Fue una desilusión no solo porque yo creía de veras que era el niño Dios quien traía los juguetes, sino también porque hubiera querido seguir creyéndolo. Además, por pura lógica de adulto, pensé entonces que también los otros misterios católicos eran inventados por los padres para entretener a los niños, y me quedé en el limbo. Aquel día -como decían los maestros jesuitas en la escuela primaria- perdía la inocencia, pues descubrí que tampoco a los niños los traían las cigüeñas de París, que es algo que todavía me gustaría seguir creyendo para pensar más en el amor y menos en la píldora.

Todo aquello cambió en los últimos treinta años, mediante una operación comercial de proporciones mundiales que es al mismo tiempo una devastadora agresión cultural. El niño Dios fue destronado por el Santa Claus de los gringos y los ingleses, que es el mismo Papá Noel de los franceses, y a quienes todos conocemos demasiado. Nos llegó con todo: el trineo tirado por un alce, y el abeto cargado de juguetes bajo una fantástica tempestad de nieve. En realidad, este usurpador con nariz de cervecero no es otro que el buen San Nicolás, un santo al que yo quiero mucho y porque es el de mi abuelo el coronel, pero que no tiene nada que ver con la Navidad, y mucho menos con la Nochebuena tropical de la América Latina. Según la leyenda nórdica, San Nicolás reconstruyó y revivió a varios escolares un oso que había descuartizado en la nieve, y por eso lo proclamaron el patrón de los niños. Pero su fiesta se celebra el 6 de diciembre y no el 25. La leyenda se volvió institucional en las provincias germánicas del Norte a fines del siglo XVIII, junto al árbol de los juguetes, y hace poco más de cien años pasó a Gran Bretaña y Francia. Luego pasó a Estados Unidos, y estos nos lo mandaron para América Latina, con toda una cultura de contrabando: la nieve artificial, las candilejas de colores, el pavo relleno y estos quince días de consumismo frenético al que muy pocos nos atrevemos a escapar. Con todo, tal vez lo más siniestro de estas Navidades de consumo sea la estética miserable que trajeron consigo: esas tarjetas postales indigentes, esas ristras de foquitos de colores, esas campanitas de vidrio, esas coronas de muérdago colgadas en el umbral, esas canciones de retrasados mentales que son los villancicos traducidos del inglés; y tantas otras estupideces gloriosas para las cuales ni siquiera valía la pena de haber inventado la electricidad.

Todo eso, en torno a la fiesta más espantosa del año. Una noche infernal en que los niños no pueden dormir con la casa llena de borrachos que se equivocan de puerta buscando donde desaguar, o persiguiendo a la esposa de otro que acaso tuvo la buena suerte de quedarse dormido en la sala. Mentira: no es una noche de paz y amor, sino todo lo contrario. Es la ocasión solemne de la gente que no se quiere. La oportunidad providencial de salir por fin de los compromisos aplazados por indeseables: la invitación al pobre ciego que nadie invita, a la prima Isabel que se quedó viuda hace quince años, a la abuela paralítica que nadie se atreve a mostrar. Es la alegría por decreto, el cariño por lástima, el momento de regalar porque nos regalan, y de llorar en público sin dar explicaciones. Es la hora feliz de que los invitados se beban todo lo que sobró de la Navidad anterior: la crema de menta, el licor de chocolate, el vino de plátano. No es raro, como sucede a menudo, que la fiesta termine a tiros. Ni es raro tampoco que los niños -viendo tantas cosas atroces- terminen por creer de veras que el niño Jesús no nació en Belén, sino en Estados Unidos.

martes, 22 de diciembre de 2009

Historias de Cronopios

Vialidad

Un pobre cronopio va en su automóvil y al llegar a una esquina le fallan los frenos y choca contra otro auto. Un vigilante se acerca terriblemente y saca una libreta con tapas azules.

-¿No sabe manejar, usted? -grita el vigilante.

El cronopio lo mira un momento, y luego pregunta:

-¿Usted quién es?

El vigilante se queda duro, echa una ojeada a su uniforme como para convencerse de que no hay error.

-¿Cómo que quién soy? ¿No ve quién soy?

-Yo veo un uniforme de vigilante -explica el cronopio muy afligido-. Usted está dentro del uniforme pero el uniforme no me dice quién es usted.

El vigilante levanta la mano para pegarle, pero en la mano tiene la libreta y en la otra mano el lápiz, de manera que no le pega y se va adelante a copiar el número de la chapa. El cronopio está muy afligido y quisiera no haber chocado, porque ahora le seguirán haciendo preguntas y él no podrá contestarlas ya que no sabe quién se las hace y entre desconocidos uno no puede entenderse. (1952)


Almuerzos

En el restaurante de los cronopios pasan estas cosas, a saber que un fama pide con gran concentración un bife con papas fritas, y se queda deunapieza cuando el cronopio camarero le pregunta cuántas papas fritas quiere.

-¿Cómo cuántas? -vocifera el fama-. ¡Usted me trae papas fritas y se acabó, qué joder!

-Es que aquí las servimos de a siete, treinta y dos, o noventa y ocho -explica el cronopio.

El fama medita un momento, y el resultado de su meditación consiste en decirle al cronopio:

-Vea, mi amigo, váyase al carajo.

Para inmensa sorpresa del fama, el cronopio obedece instantáneamente, es decir que desaparece como si se lo hubiera bebido el viento. Por supuesto el fama no llegará a saber jamás dónde queda el tal carajo, y el cronopio probablemente tampoco, pero en todo caso el almuerzo dista de ser un éxito. (1952-1956)

'Never stop the press'

Un fama trabajaba tanto en el ramo de la yerba mate que-no-le-quedaba-tiempo-

para-nada. Así este fama languidecía por momentos, y alzando-los-ojos-al-cielo exclamaba con frecuencia: "¡Cuán sufro! ¡Soy la víctima del trabajo, y aunque ejemplo de laboriosidad, mi-vida-es-un-martirio!".

Enterado de su congoja, una esperanza que trabajaba de mecanógrafo en el despacho del fama se permitió dirigirse al fama, diciéndole así:

-Buenas salenas fama fama. Si usted incomunicado causa trabajo, yo solución bolsillo izquierdo saco ahora mismo.

El fama, con la amabilidad característica de su raza, frunció las cejas y estiró la mano. ¡Oh milagro! Entre sus dedos quedó enredado el mundo y el fama ya no tuvo motivos para quejarse de su suerte. Todas las mañanas venía la esperanza con una nueva ración de milagro y el fama, instalado en su sillón, recibía una declaración de guerra, y/o una declaración de paz, un buen crimen, una vista escogida del Tirol y/o de Bariloche y/o de Porto Alegre, una novedad en motores, un discurso, una foto de una actriz y/o de un actor, etc. Todo lo cual le costaba diez guitas, que no es mucha plata para comprarse el mundo.


Cortazar Julio. Papeles Inesperados.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Espacios Blancos

Algo sucede y, desde el instante en que comienza a suceder nada puede volver a ser lo mismo.
Algo sucede. O bien, algo no sucede. Un cuerpo que se mueve. O bien, no se mueve. Y si se mueve, algo comienza a suceder. Y aun si no se mueve, algo comienza a suceder.
Viene de mi voz. Pero ello no significa que estas palabras sean siempre lo que sucede. Viene y va. Si sucede que yo hablo en este preciso instante, es soló porque espero encontrar el modo de avanzar, de correr en línea paralela a cuanto avanza, y comenzar de este modo a encontrar el modo de ir llenando el silencio sin romperlo.

Paul Auster

martes, 1 de diciembre de 2009

Poema XX


Poema XX, fragmentos

-...
-el viento de la noche gira en el cielo y canta
...
- yo la quise, y a veces ella también me quiso
...
Ella me quizo, a veces yo tambien la queria
como no haber amado sus grandes ojos fijos
...
-pensar que no la tengo, sentir que la he perdido
...
que importa que mi amor no pudiera guardarla,
la noche esta estrellada, y ella no esta conmigo
eso es todo, a lo lejos alguien canta, a lo lejos
mi alma no se contenta con haberla perdido.
...
nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuanto la quise
...
de otro, sera de otro...
...
ya no la quiero es cierto, pero tal vez la quiero
es tan corto el amor, y tan largo el olvido.
...
aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa
y estos sean los últimos versos, que yo le escribo.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Un cronopio en Mexico

(Fragmento) Julio Cortazar

Un cronopio en México

I.

Cada cual tiene sus encuentros simbólicos a lo largo de la vida. Algunos son ilustres, por ejemplo el que sucedió en el camino de Damasco, o ese otro en que alguien se encontró de golpe con una manzana que caía, e incluso aquél, fortuito, de una máquina de coser con un paraguas encima de una mesa de disecciones. Encuentros así, que proyectan a la inmortalidad a los Newton, los Lautréamont y los San Pablo, no les ocurren a los pobres conopios que tienden más bien a encontrarse con la sopa fría o con un ciempiés en la cama. A mí me pasa que me encuentro con lustrabotas en casi todos mis viajes, y aunque esos encuentros no son nada históricos, a mí me parecen simbólicos entre otras cosas porque cuando no estoy de viaje jamás me hago lustrar los zapatos y en cambio apenas cambio de país se me ocurre que uno de los mejores puestos de observación son los banquitos de los lustrabotas y los lustrabotas mismos; es así que en el extranjero mis zapatos reflejan los paisajes y las nubes, y yo me los quito y me los pongo con una gran sensación de felicidad porque me parecen la mejor prueba de que estoy de viaje y que aprendo muchísimas cosas nuevas e importantes.

Es por eso que hace algunos años escribí la historia de uno de mis encuentros con un lustrabotas, y creo que ese texto bastante nimio fue muy leído en América Latina aunque su acción se desarrollaba en Nueva Delhi. Ahora que vuelvo de México siento la obligación de contar otro encuentro parecido, que tuvo por estrepitoso escenario el zócalo de Veracruz una mañana muy caliente del mes de marzo. Me doy perfecta cuenta de que los espíritus áticos encontrarán poco elegante iniciar una historia de viaje con un lustrabotas, pero a mí el aticismo ha dejado de quitarme el sueño hace rato y en cambio la silla del artista era perfecta, con ídolos deportivos pegados por todas partes y una tendencia a perder una pata trasera que obligaba a una gran concentración por parte del cliente. Mi lustrabotas debía tener diez u once años, es tan difícil saber la edad de un niño pobre, y a mí me parece ofensivo y estúpido preguntársela porque es exactamente la pregunta que todo el mundo les hace a los niños, incluso a los ricos, desde los tiempos de Pepino el Breve, con lo cual los niños lo saben atávicamente y al contestar miran con ese desprecio que casi siempre merecen los adultos. Por lo demás esa mañana la función de contestar parecía ser la mía, puesto que apenas me instaló el zapato derecho en su cajita multicolor, mi joven amigo quiso saber si yo era gringo (él dijo amablemente americano), y mi negativa en correcto español lo dejó dubitativo. Bueno, entonces yo no era gringo pero tampoco era mexicano. Admití el hecho tan importante para muchos de ser argentino, y eso lo satisfizo a lo largo del primer zapato, pero al comienzo del segundo quiso saber si la Argentina estaba donde Guatemala.

Me costó preguntarle a mi vez si nunca había visto un mapa de América del Sur. Dijo que sí, pero era un sí lleno de no, un sí de pudor que me instó, más avergonzado que él, a explicarle con una especie de dibujo en el aire que ahí México, y más abajo Venezuela y todoelbrasil, hasta que al final, ves, el continente termina como un zapato que nunca podrías lustrar tú solo, y eso es la Argentina. (Yo fui profesor de geografía en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, de 1940 a 1945, por si alguien no está enterado de este vistoso aspecto de mi curriculum).

Volviendo al primer zapato con el perfeccionismo propio de su arte, mi amigo meditó un buen rato antes de hacerme la pregunta final:

–¿Y cuánto le cobró el taxi de la Argentina a Veracruz?

Se comprenderá que el resto carecía de importancia. Expliqué, claro, dije lo que había que decir en materia de aviones y barcos, pero de alguna manera ya sabía que no había puente y que de nada serviría hacerle comprender ese hecho concreto puesto que su pregunta mostraba tan horriblemente lo otro, la ignorancia de todo lo que no fuera su circunstancia inmediata, el miserable círculo de betún en torno a su baquito de lustrar. Sólo me quedaba reír con él, un par de bromas, darle el doble de lo que esperaba como pago para que su última ria fuese aún más bella, y marcharme con mis zapatos relucientes y el corazón lleno de polvo.

(Los cronopios no somos proclives a las moralejas, y esta pequeña historia no la tendrá; prefiero pensar un mundo –y luchar por él– en donde ya no sean posibles encuentros como éste. América Latina paga el precio agobiante de la explotación que hace el imperialismo de sus riquezas propias; lo que no siempre se ve es el precio que paga en inteligencia natural ahogada por la miseria. Mi pequeño lustrabotas tenía esa curiosidad vigilante que alimenta la inteligencia y la vuelve visible y activa; pero ninguna escuela, ninguna pizarra, ningún maestro habían orientado esa fuerza que giraba en el vacío. Una vez más, en Nueva Delhi o en Veracruz, Shine, shine, shoe-shine boy. En inglés, claro.)

continuara...

lunes, 23 de noviembre de 2009

Cancion para salir de una siesta

De pronto, perdido y sin ideas
y algo me saco de mi bochorno veraniego de media tarde.

Stefani Germanotta.

martes, 17 de noviembre de 2009

Y sin embargo

De sobras sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría
por ti la vida entera, por ti la vida entera,
y, sin embargo, un rato, cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera.

Ni tan arrepentido ni encantado de haberme conocido, lo confieso.
Tú que tanto has besado tú que me has enseñado,
sabes mejor que yo que hasta los huesos sólo calan los besos que no has dado, los labios del pecado.

Porque una casa sin ti es una emboscada, el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto sin luz ni vino tinto, un velo de alquitrán en la mirada.

Y me envenenan los besos que voy dando y, sin embargo, cuando duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado, y si te vas me voy por los tejados como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura que empaña sin mancharla tu hermosura.

No debería contarlo y, sin embargo, cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo un buen champán francés y cena con velitas para dos,
siempre es con otra, amor, nunca contigo, bien sabes lo que digo.

Porque una casa sin ti es una oficina, un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera en el museo de cera, un éxodo de oscuras golondrinas.

Y cuando vuelves hay fiesta en la cocina y bailes sin orquesta y ramos de rosas con espinas,
pero dos no es igual que uno más uno y el lunes al café del desayuno
vuelve la guerra fría y al cielo de tu boca el purgatorio y al dormitorio el pan de cada día...

viernes, 13 de noviembre de 2009

Persecuta
















Como en tantas y tantas de sus pesadillas, empezó a huír, despavorido. Las botas de sus perseguidores sonaban y resonaban sobre las hojas secas. Las omnipotentes zancadas se acercaban a un ritmo enloquecido y enloquecedor. Hasta no hace mucho, siempre que entraba en una pesadilla, su salvación había consistido en despertar, pero a esta altura los perseguidores habían aprendido esa estratagema y ya no se dejaban sorprender. Sin embargo esta vez volvió a sorpenderlos. Precisamente en el instante en que los sabuesos creyeron que iba a despertar, él, sencillamente, soñó que se dormía.
(Mario Benedetti)


lunes, 19 de octubre de 2009

No te salves

"...una vez encontré un libro de Benedetti en el Botiquín del Baño y me acorde de vos..."


NO TE SALVES

No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca.

No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.

Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el jubilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

jueves, 15 de octubre de 2009

Es tan poco

Es tan poco
(M. Benedetti)

Lo que conoces
es tan poco
lo que conoces
de mí
lo que conoces
son mis nubes
son mis silencios
son mis gestos
lo que conoces
es la tristeza
de mi casa vista de afuera
son los postigos de mi tristeza
el llamador de mi tristeza.
Pero no sabes
nada
a lo sumo
piensas a veces
que es tan poco
lo que conozco
de ti
lo que conozco
o sea tus nubes
o tus silencios
o tus gestos
lo que conozco
es la tristeza
de tu casa vista de afuera
son los postigos
de tu tristeza
el llamador de tu tristeza.
Pero no llamas.
Pero no llamo.


Get this widget | Track details | eSnips Social DNA

La canción la canta Adrian Barrenechea, y es fantastica!!!

martes, 1 de septiembre de 2009

No estamos solos

Y quien nos hizo creer que llegamos solos a este mundo?
Quien nos hizo creer que solos estaremos cuando nos vayamos
Somo seres de luz, :) el video les gustara

La Aldea Irreductible - Top 25 Astronomía from Aldea Irreductible on Vimeo.

miércoles, 29 de julio de 2009

Cuento

Extractado de la guia para vivir una vida

Paso número 1
Encontrar un cuento que hable de ti

¡Lo encontre!

Las hormigas verdes pensaban que nada igualaba al verde, y menos que nada el azul. Las hormigas azules afirmaban que el azul no tiene igual y que el verde no se le puede comparar. Y así desaparecieron de la tierra las hormigas azules y las hormigas verdes, víctimas de unas palabras que, pese a su apariencia inofensiva, pueden matar a quienes hacen mal uso de ellas.

"NYSSEN, HUBERT" en : La extraña guerra de las hormigas



viernes, 17 de julio de 2009

No eres tu

El otro día me pareció verte, andabas corriendo detrás de un taxi trufi, pero este se paso de largo, y no te recogió. Era la esquina de la San Martin y Uruguay, seis de la tarde, la gente salía de sus oficinas, y se iba a la “Cancha”, eso es algo que nunca terminare de entender, pues muy bonita no es, pero a todo el mundo le gusta caminar por allí, preguntando por cosas que no va a llevar, buscando la cena, o el desayuno… Tu llevabas una bolsa plástica negra en la mano derecha, parecía un saco o una de esas chompas recién compradas en la San Martin que necesitan una lavada poder!, para quitarle el olor a ropa gringa usada.

Cuando el segundo taxi trufi te dejo, no lo soportaste, había un asiento allí y te lanzaste a correr detrás,. Mientras corrías a la altura de la farmacia se te rompieron los tacos, - que hijo de p…., se oyó. Luego te recomponías, alzabas el taco roto y seguías corriendo con los zapatos en la mano, pisaste a un puesto de cds, empujaste a una chica con barbijo que te miro de una forma … que mejor ni te cuento. Alguien sin intención que corría detrás de algo también, te piso el pie –auch. Finalmente, después de tanto sufrimiento, te subiste a tu taxi trufi, imagino dijiste barbaridades al chofer, y te fuiste feliz del triunfo.Pero no eras tu, tu odias las bolsas de plástico, el taco entre semana es insoportable para ti, el trajecito de oficina no es tu estilo, pues no lo tienes, usarías algo casual, pero lindo, sin taco alto, pero cómodo, si te deja un taxi, te vas caminando, tus destinos son al sur, y no al norte, y no trabajarías fácilmente en una oficina, tal vez si te amarramos.
Entonces, no eras tu, no vestías como vistes tu, no te comportabas como te comportas tu, y no te dirigías a donde te diriges tu.

¿Quién eras entonces?

martes, 30 de junio de 2009

Carta sobre cronopios. Julio Cortázar*

París, 8 de febrero de 1972

Queridos Marina y Paco: Y así es como viajan los cronopios. Un día alguien avisa que hay un paquete en la aduana. Uno va a la aduana y de golpe las dificultades crecen, hay que llenar formularios, explicar que no está enfermo de cólera (el paquete ¿pero quien lo prueba, si para empezar nadie sabe lo que contiene el paquete?). Para probar que no hay cólera ni una bomba habría que abrir el paquete, pero el paquete no puede ser abierto hasta que se haya comprobado que no tiene microbios de cólera o medio kilo de dinamita. Todo el mundo grita, llora, insulta, vuelva mañana, no vuelva nunca, esto no es vida. Se buscan influencias, pero Pompidou tiene una reunión de gabinete y no puede ir a la aduana a abrir personalmente el paquete, de manera que tengo que volverme a casa y poner varias almohadas sobre mi cabeza y una bolsa de hielo por encima de todo. Pasan ocho días, papeles van y vienen, explique por qué recibe un paquete de Suecia/No tengo la menor idea/Si no tiene la menor idea, imposible entregarle el paquete/En ese caso me dirigiré a las Naciones Unidas y a la Shell Max, esto no va a quedar así/Pague cinco francos y llene esta planilla.
Entonces Pablo Neruda me telefonea para decirme que en Estocolmo le regalaron un cronopio negro. Está tan contento Pablo, tan feliz con su cronopio. Yo empiezo a preguntarme si el paquete, pero la cuestión del cólera sigue en pie y yo no soy ni premio Nobel ni embajador, de manera que vuelva mañana y traiga cinco certificados de domicilio, identidad, buena salud, moralidad y solvencia. El comisario del distrito me tiene lástima: le haremos un solo certificado con todos los datos juntos y agregaremos al pie: Messieurs les douaniers, assez de connerier, ouvrez d'une bonne fois le colis, nom de Dieu, merde alors.
Y lo abrieron, mis queridos, y el cronopio verde estaba ahí y se moría de risa mirándome, y yo lo tomé en mis brazos e inmediatamente se hizo pis en mi pulóver de cachemira, cronopio desgraciado, y por si fuera poco mi amiga Ugné, que estaba conmigo, se enamoró instantáneamente del cronopio y el de ella, y así es como el cronopio está en su casa, aterrorizando a todo el mundo y absolutamente feliz, y yo todavía más.
Esto, tal vez, les explicará el retraso con el que les escribo, porque así es como viajan los cronopios y ya pueden verse los resultados. Gracias, muchas gracias, los tres lo decimos al mismo tiempo, Ugné, el cronopio y yo. Al cronopio le gusta París, está sumamente verde y cambia continuamente de lugar. Imposible invitar chicas jóvenes y bonitas porque inmediatamente se instala en sus rodillas y es un espectáculo envidiable y odioso, uno se siente completamente desplazado por el cronopio y él lo sabe y se arrodilla al cuello de la chica y le dice cosas en el oído y la chica se pone muy roja y la reunión toma un aire que recuerda los peores capítulos de Sade. Después el cronopio se apodera del diván más confortable y duerme panza arriba y con un aire de gran felicidad, puesto que ha conseguido destruir todos los principios morales que sostenían la casa. Ni ustedes ni yo somos culpables, los cronopios ya viven por su cuenta, no queda más remedio que resignarse. Para peor uno ama al cronopio, lo cuida y lo acaricia, es el colmo. He creído de mi deber enviarles este sucinto informe. Me pregunto qué estará pasando en la casa de Neruda, pero no creo que me atreva a preguntárselo. Los quiero mucho.

*Extraído de La fascinación de las palabras,

martes, 9 de junio de 2009

Gripe perruna


Esta mañana desperte con un dolor de cabeza que me trae, y no me lleva, congestión (nasal, obvio), un achu achu sin consideración por las bacterias que ya se encontraban polulando por mi cuarto... y obvio, despues del bombardeo de los medios, y los cartelitos, y los ridiculos barbijos que andan por la terminal, termine convencido que traia la gripe del puerco.
Pero no!, que yo recuerde no hice nada como el chiquito de la foto, (sin tener copas encima), en todo caso, el hecho que viva como en un chiquero no me hace del todo un puerco...
Pero si anduve dandole mimos a mi cachorro, e imagino el muy... me paso su fiebre gripe, les comentare la sintomatología:

1) Ganas de no hacer nada, estar tirado todo el dia, solo comer con un apetito voraz, si es posible comer sin ganas, solo por el hecho de comer, me levanto, me alimento, me trabajo, me duermo, me vuelvo a levantar, me tomo una chela, y me tomo otra, me duermo y me levanto ..(tantas me's) .
2) Cada que estornudo, hablo, balbuceo, susurro, etc sale una cosa rara inentendible, que parece un guau guau.
3) cada que algo no me sale empiezo a gemir como un perruno.
4)....
Un cachito...
Entonces comienzo a pensar que todo el mundo (casi) tiene la misma cosa, pues se ve un desgano tan general, del cual no hablan los medios, una acostumbramiento, mirar la vida pasar sin hacer nada por ella, solo trabajar ganar dinero, tener la casa, conseguir dinero con ese apetito voraz, quejarse cuando no salen las cosas, echarle la culpa al vecino, al arbitro, al tecnico, al policia, al politico, al presidente, a la oposicion, a la maldita crisis, al neoliberalismo, a los chinos, ... somos capisimos para echarle la culpa al otro .

Al final, les andaba contando de mi gripe, pero eso es un poroto comparado con una enfermedad mayor. Deberiamos pensar en curarnos.

Mientras, me tomare lechita con miel, sacare a pasear al cachorro, y esperare que pase lo peor (de la gripe, de nosostros tambien)

miércoles, 20 de mayo de 2009

HiperBallad

Hiper-Ballad (Björk)

we live on a mountain

right at the top

there's a beautiful view

from the top of the mountain

every morning I walk towards the edge

and throw little things offlike: car-parts, bottles and cutlery

or whatever I find lying around

it's become a habit

a way

to start the day

I go through all this

before you wake up

so I can feel happier

to be safe up here with you

it's real early morning

no-one is awake

I'm back at my cliff, still throwing things off

I listen to the sounds they make

on their way down

I follow with my eyes 'til they crash

imagine what my body would sound like

slamming against those rocks

and when it lands

will my eyes be closed or open?

I go through all this

before you wake up

so I can feel happier

to be safe up here with you

martes, 19 de mayo de 2009

Retorno

Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora (Machado)

Es hora de volver, -¿donde? – a los lugares donde hemos estado, que fueron prudentes, después de aventurarnos por caminos duros y peligrosas, caminos poco amables duros de piso, donde la mirada amarilla de las personas van acorralando nuestros corazones. No es que donde quiera estar esta libre de personas, por el contrario, aparecen mucho, y por montones, pero es muy diferente caminar entre las desconfianzas de las personas que solo de pensarlo hace que la mente divague y no piense, que nuestros caminos alegres y rudimentarios, llenos de personas que te invitan una comida, o bebida a manos llenas, si tienes suerte terminas en una fiesta que puede durar semanas, en las que decides regresar.
Es hora de volver, -¿donde? Si ya se demostró que la tierra es redonda, no importa donde empieces el final del camino, será siempre, el lugar donde empezaste a caminar, claro, del lado contrario, pero es necesario empezar a hacerlo, pues mientras mas tarde empecemos a caminar, mas tarde nos daremos cuenta que terminaremos donde empezamos.
En realidad no encontré el final del camino, solo… que ha medida que voy avanzando, voy entendiendo, que las cosas son similares en todo lugar, nadie descubrió la polvora, y me doy cuenta, ¡en eso consiste el viaje! En entenderlo, nadie te lo va a decir, y nadie te lo contara, tan simple como eso.