martes, 30 de junio de 2009

Carta sobre cronopios. Julio Cortázar*

París, 8 de febrero de 1972

Queridos Marina y Paco: Y así es como viajan los cronopios. Un día alguien avisa que hay un paquete en la aduana. Uno va a la aduana y de golpe las dificultades crecen, hay que llenar formularios, explicar que no está enfermo de cólera (el paquete ¿pero quien lo prueba, si para empezar nadie sabe lo que contiene el paquete?). Para probar que no hay cólera ni una bomba habría que abrir el paquete, pero el paquete no puede ser abierto hasta que se haya comprobado que no tiene microbios de cólera o medio kilo de dinamita. Todo el mundo grita, llora, insulta, vuelva mañana, no vuelva nunca, esto no es vida. Se buscan influencias, pero Pompidou tiene una reunión de gabinete y no puede ir a la aduana a abrir personalmente el paquete, de manera que tengo que volverme a casa y poner varias almohadas sobre mi cabeza y una bolsa de hielo por encima de todo. Pasan ocho días, papeles van y vienen, explique por qué recibe un paquete de Suecia/No tengo la menor idea/Si no tiene la menor idea, imposible entregarle el paquete/En ese caso me dirigiré a las Naciones Unidas y a la Shell Max, esto no va a quedar así/Pague cinco francos y llene esta planilla.
Entonces Pablo Neruda me telefonea para decirme que en Estocolmo le regalaron un cronopio negro. Está tan contento Pablo, tan feliz con su cronopio. Yo empiezo a preguntarme si el paquete, pero la cuestión del cólera sigue en pie y yo no soy ni premio Nobel ni embajador, de manera que vuelva mañana y traiga cinco certificados de domicilio, identidad, buena salud, moralidad y solvencia. El comisario del distrito me tiene lástima: le haremos un solo certificado con todos los datos juntos y agregaremos al pie: Messieurs les douaniers, assez de connerier, ouvrez d'une bonne fois le colis, nom de Dieu, merde alors.
Y lo abrieron, mis queridos, y el cronopio verde estaba ahí y se moría de risa mirándome, y yo lo tomé en mis brazos e inmediatamente se hizo pis en mi pulóver de cachemira, cronopio desgraciado, y por si fuera poco mi amiga Ugné, que estaba conmigo, se enamoró instantáneamente del cronopio y el de ella, y así es como el cronopio está en su casa, aterrorizando a todo el mundo y absolutamente feliz, y yo todavía más.
Esto, tal vez, les explicará el retraso con el que les escribo, porque así es como viajan los cronopios y ya pueden verse los resultados. Gracias, muchas gracias, los tres lo decimos al mismo tiempo, Ugné, el cronopio y yo. Al cronopio le gusta París, está sumamente verde y cambia continuamente de lugar. Imposible invitar chicas jóvenes y bonitas porque inmediatamente se instala en sus rodillas y es un espectáculo envidiable y odioso, uno se siente completamente desplazado por el cronopio y él lo sabe y se arrodilla al cuello de la chica y le dice cosas en el oído y la chica se pone muy roja y la reunión toma un aire que recuerda los peores capítulos de Sade. Después el cronopio se apodera del diván más confortable y duerme panza arriba y con un aire de gran felicidad, puesto que ha conseguido destruir todos los principios morales que sostenían la casa. Ni ustedes ni yo somos culpables, los cronopios ya viven por su cuenta, no queda más remedio que resignarse. Para peor uno ama al cronopio, lo cuida y lo acaricia, es el colmo. He creído de mi deber enviarles este sucinto informe. Me pregunto qué estará pasando en la casa de Neruda, pero no creo que me atreva a preguntárselo. Los quiero mucho.

*Extraído de La fascinación de las palabras,

martes, 9 de junio de 2009

Gripe perruna


Esta mañana desperte con un dolor de cabeza que me trae, y no me lleva, congestión (nasal, obvio), un achu achu sin consideración por las bacterias que ya se encontraban polulando por mi cuarto... y obvio, despues del bombardeo de los medios, y los cartelitos, y los ridiculos barbijos que andan por la terminal, termine convencido que traia la gripe del puerco.
Pero no!, que yo recuerde no hice nada como el chiquito de la foto, (sin tener copas encima), en todo caso, el hecho que viva como en un chiquero no me hace del todo un puerco...
Pero si anduve dandole mimos a mi cachorro, e imagino el muy... me paso su fiebre gripe, les comentare la sintomatología:

1) Ganas de no hacer nada, estar tirado todo el dia, solo comer con un apetito voraz, si es posible comer sin ganas, solo por el hecho de comer, me levanto, me alimento, me trabajo, me duermo, me vuelvo a levantar, me tomo una chela, y me tomo otra, me duermo y me levanto ..(tantas me's) .
2) Cada que estornudo, hablo, balbuceo, susurro, etc sale una cosa rara inentendible, que parece un guau guau.
3) cada que algo no me sale empiezo a gemir como un perruno.
4)....
Un cachito...
Entonces comienzo a pensar que todo el mundo (casi) tiene la misma cosa, pues se ve un desgano tan general, del cual no hablan los medios, una acostumbramiento, mirar la vida pasar sin hacer nada por ella, solo trabajar ganar dinero, tener la casa, conseguir dinero con ese apetito voraz, quejarse cuando no salen las cosas, echarle la culpa al vecino, al arbitro, al tecnico, al policia, al politico, al presidente, a la oposicion, a la maldita crisis, al neoliberalismo, a los chinos, ... somos capisimos para echarle la culpa al otro .

Al final, les andaba contando de mi gripe, pero eso es un poroto comparado con una enfermedad mayor. Deberiamos pensar en curarnos.

Mientras, me tomare lechita con miel, sacare a pasear al cachorro, y esperare que pase lo peor (de la gripe, de nosostros tambien)