martes, 22 de abril de 2008

Viento

Hace mucho calor y viento. Es un viento caliente, viento del sur, viento de locos, que anda a la vaina con peinados y pensamientos atemperados.

No se puede ir por la vida, ni por la calle, sintiendo bailar en tu mente algo escalofriante. Y la gente se refugia detrás de analgésicos o ventanas con doble protección, o se escuda tras migrañas o malestares varios para detener el ritmo, para no cumplir la obligación o, simplemente, para aguantar como pueda.

El viento arrastra las hojas del otoño que nunca se fue y arremolina las nostalgias en los eucaliptos viejos. Los brazos de los árboles se extienden hacia el cielo intentando una caricia imposible, asustadiza, poco natural quizás. Ya no se levantan las faldas de las chicas poniendo el contrapunto liviano a la locura eólica, ni siquiera queda ese amago de sonrisa.

Sin embargo, he sido valiente, y he paseado la arboleda con el cabello de cavernicola suelto, ondeando al capricho de esa fuerza que, amén de aturdir mis tímpanos y llenar mis poros de la tipica tierra cochabambina ha barrido unas cuantas páginas de mi historia vieja que, en remolino estético y definitivo, se han elevado por sobre mi cabeza y mi nostalgia hacia nunca jamás. Bien por el viento.

No hay comentarios: