martes, 13 de marzo de 2012

- “¡tanta lucha carajo, para qué!”


Cochabamba, septiembre de 2004. Al borde de la laguna Alalay, como único lazo que la ata con el frío minero, vive Domitila Barrios. De rato en rato sus ojos claros brillan. De rato en rato ese brillo se confunde con sus ojos mojados por unas lágrimas que más tardan en salir que en volver a su lugar. Ni ahora que puede se permite llorar en paz. La memoria la habita por completo. Es amable pero sobre todo desconfiada. Cómo no, después de toda una vida al acecho, perseguida por revoltosa, escabulléndose como topo entre los pasillos del socavón. Por eso, sus ojos se mojan recordando a tantos hijos perdidos a patadas en plena represión.
“[...] Cuando me desperté me había estado tragando un pedazo de mi diente. Lo sentí aquí en la garganta. Entonces noté que el tipo me había roto seis dientes. [...] me puso su rodilla aquí sobre mi vientre. Me apretó mi cuello y estaba por ahogarme. Yo gritaba, gritaba... Parecía que quería hacer reventar mi vientre. [...] Y como si la fatalidad del destino hiciera, comenzó el trabajo de parto. [...] Ya estaba la cabeza por salir y yo me lo volvía a meter. [...] Yo no me acuerdo si mi hijo nació vivo... si nació muerto... no sé nada. De lo único que me acuerdo es que me hinqué allí y que me tapé la cara porque no podía más. [...] No sé después de cuánto tiempo, me pareció que despertaba de un sueño - ¿Dónde estoy? ¿Dónde estoy? - ¿Dónde está la criatura? Estaba toda mojada. Tanto la sangre como el líquido que uno bota durante el parto, me habían mojado toda. Entonces, hice un esfuerzo, y resulta que encontré el cordón de la wawa. Y a través del cordón, estirando el cordón... encontré a la wawita... totalmente fría, helada, allí sobre el piso”.
Así contó Domitila su vida a la brasileña Moema Viezzer que en 1977 publicó el libro Si me permiten hablar... y que ha publicado ya, en portugués, una nueva edición que recorre los siguientes 25 años de su vida. Las repercusiones de ese texto fueron muchas, entre ellas la sorpresa ante la pobreza casi ficcional de este lado del mundo, pero también ella misma, Domitila, que parece encarnar al personaje de esa hermosa canción de Mercedes Sosa que dice: “tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando...”
Por eso, cuando le pregunto cómo está su corazón, ella responde
- “todavía funciona pero está resentido”.
Y es que ni un cuarto de siglo es suficiente para borrar la memoria de tanta cabronada, ni todos los siglos juntos detendrán a esta mujer bajita, incansable en su lucha política que ahora se llama “Movimiento Guevariano”, a la que hoy estorban el cáncer y la diabetes.
Tomás, mi compañero de trabajo, debió nacer a mediados de los años 70, es decir, en pleno septenio banzerista, probablemente a la par que algunos de los hijos de Domitila que, esquivando la golpiza, lograron sobrevivir en un mundo ciertamente distinto al de Tomás que dice
- “disculpá mi ignorancia pero ¿quién es la Domitila?”
Domitila Barrios de Chungara nació en mayo de 1937 en el distrito minero Siglo XX. Fue dirigente del Comité de Amas de Casa desde donde luchó por los derechos de los mineros y vivió la represión de los gobiernos militares de la época. A fines de 1978, junto a cuatro mujeres organizó la huelga de hambre que dio fin al gobierno dictatorial de Hugo Banzer, obligándolo a decretar la amnistía política y llamar a elecciones generales. A ella le debemos ese acto inaugural de nuestra democracia que, a los ojos de Domitila, no ha modificado en nada las cifras de la miseria minera. Por eso, Eustaquio Picachuri, minero inmolado en pleno Congreso Nacional, duele pero no sorprende. Ratifica la experiencia propia. Por eso, en boca de Domitila, esta democracia se pronuncia apretando los dientes
- “¡tanta lucha carajo, para qué!”
Y una lágrima revienta en su corazón herido. Se muerde los labios, los ojos húmedos.
Cuando Eduardo Galeano estuvo en Cochabamba pidió ver a Domitila que apareció en entre la multitud. Galeano se paró y dijo
- “quiero saludar a mi amada Domitila”
y el auditorio estalló en un aplauso interminable.
¿Qué ha pasado en 26 años de democracia? Domitila me mira con ojos de laguna.

Publicado en Los años del descalabro. Diario íntimo de un país incierto (Del Goni al Evo), Gente Común, La Paz, 2010






ENTREVISTA A DOMITILA CHUNGARA



"LA INJUSTICIA NO SERÁ ETERNA" 


(entrevista hecha en noviembre de 2005, antes del ascenso de Evo)





Crítica a los “viejos lobos de mar” del Parlamento, de robarle democracia al país. Dice que la Media Luna es una ficción elitista y pide a los revolucionarios de La Paz tener máyor visión de país. Afirma que Mesa es un mentiroso y que Evo es parte del sistema que ha jodido a Bolivia



Darwin PintoSobreviviente de masacres mineras y artífice de la caída de Banzer, dice que el 21060 fue una bomba atómica contra el movimiento obrero. Agrega que Bolivia vive en una pseudodemocracia y que el presidente Mesa le ha mentido al país.
El frío mortal de su natal Pulacayo, las nieves extrañas en la Europa del exilio y las dictaduras de Barrientos, Banzer y García Meza le quitaron alegrías y le dieron pedazos de tristeza que ahora guarda en sus recuerdos, donde, cada vez que se siente sola, se refugia.
La mujer que junto a otras cuatro mineras derribó la dictadura de Hugo Banzer en 1979 y denunció en foros internacionales la masacre de San Juán (1967), sobre la que se escribieron libros y se filmó una película, sale con una sonrisa de madre a la puerta (aún ríe, pese a los dientes que le tumbaron los militares entre montañas de mineros asesinados en la dictadura de Barrientos).
Sale a la puerta de su casa en Cochabamba a esperar al advenedizo (o sea, yo) que se ha perdido buscándola. Y es que ella vive sobre un empedrado tan empinado (el taxi se niega a subir) que parece que llega hasta el cielo. Desde esa altura se ve la laguna Alalay y el Cristo de la Concordia. A ella la vida sindical la ha marcado: Si le dan a elegir entre Estocolmo o París donde estuvo exiliada, prefiere las minas de Pulacayo y Siglo XX. Escucha la música de protesta de su amiga Mercedes Sosa, y disfruta la novela El Coronel no tiene quien le escriba, del colombiano Gabriel García Márquez (que trata de un ex héroe de la patria que espera en vano la llegada de su pensión del Gobierno). ¿Que si lo conozco a García Márquez?, estuvimos con él cuando le entregaron el nobel de Literatura en 1982 en Estocolmo, dice. El escritor uruguayo Eduardo Galeano (autor de Las Venas Abiertas de América Latina, entre otros) la ha visitado en Cochabamba y ha escrito sobre ella en su trilogía Memorias del Fuego. Entonces sirve un vaso de agua de canela. Empecemos pues...

-En este Primero de Mayo ¿cuál es la proyección del movimiento obrero para el siglo XXI en Bolivia?
-Desde 1923 empiezan las masacres en campamentos mineros que pedían beneficios sociales. Ese año en Uncía hay una matanza, en 1942 hay otra en la mina de Siglo XX. Las protestas siempre han sido ahogadas en sangre. El pueblo lucha y se une con los fabriles para hacer la revolución de 1952, algo que nunca perdonaría el dictador René Barrientos, que ordenó la masacre de San Juan (5.000 mineros desaparecidos por marchar en apoyo a la guerrilla del Che). El capitalismo ya no necesita capital humano. Ahora las máquinas sustituyen a los hombres. Cuando García Meza no me permitió volver al país y estuve exiliada en Europa, visité fábricas y vi cómo en un lugar donde trabajaban 400 obreros, hoy lo hacía una máquina con dos obreros. Saben que ese aparato no va a protestar, no va a hacer huelga, no va a pedir beneficios sociales, dejando de lado a 400 familias que van a engrosar la pobreza en el mundo. Ya nos les interesa el capital humano, por eso no les importa que nos tengamos que morir. Pero la gente sigue peleando por lo justo, ahí está octubre y febrero.

-¿Lo de las movilizaciones ahogadas en sangre se debe a que la clase obrera boliviana era más combativa o a que los gobiernos eran más brutales?

-La burguesía siempre ha sido brutal, mentirosa y ladrona. En la Guerra del Chaco se encontraron por primera vez los pobres de las minas, el campo y las fábricas. Eso desembocó en la revolución de 1952. Allí el pueblo luchó, pero le entregó el poder a la pequeña burguesía. Esa burguesía que no estaba consciente de lo que el pueblo quería. Se nacionalizan las minas menos rentables, y con las más rentables se crea la minería chica, la minería mediana, y entran las empresas privadas con el padre de Sánchez de Lozada al mando, entre otros, y el Estado acepta pagar una indemnización a los barones del estaño. Hasta 1970 se pagó la indemnización. Sin invertir ni un centavo, Patiño, Hoschild y Aramayo siguieron enriqueciéndose. El 21060 ideado por Jeffrey Sachs, fue una bomba atómica para los trabajadores de Bolivia. El modelo neoliberal en 1985 echó a la calle a más de 50.000 obreros.

-¿Cuál es su visión de país 19 años después del 21060?
-Bolivia está peor que antes.

-¿Qué efecto tuvo ese decreto en el movimiento de los trabajadores?
-Como dije, fue una bomba atómica. Pensé que toda mi vida la iba a pasar en Siglo XX, pero el 21060 nos echó a la calle a todos. El decreto decía que dejemos en 90 días las viviendas donde muchos habíamos nacido, ¿y dónde íbamos a ir? Entonces mi padre, que luchó por la patria en el Chaco y peleó por su clase en el ´52, murió pobre, sabiendo que quedábamos sin nada. Si mi padre resucitara vería cuántos niños seguimos teniendo desnudos como entonces, mendigando en la calle. Mi madre había muerto cuando yo tenía diez años, de modo que quedé responsable de cuatro hermanas menores. La gente empezó a vivir en carpas. El 21060 no sólo fue el retiro de los obreros. Antes de eso, la ley decía que ningún patrón tenía derecho a retirar a los obreros sin una causa justificada. Pero ese decreto se cambia por otro que dice que el patrón tiene derecho a la libre contratación de su personal. Además hubo aperturas de fronteras en las que el contrabando aniquiló a la pequeña industria nacional. El movimiento obrero se ha recobrado un poco en octubre.

-¿Ha sido vano el movimiento obrero de casi un siglo?
-Ha quedado en nada. Estamos peor que el ´52. Ahora no tenemos minas, ni petróleo. El 18% de los beneficios del gas para Bolivia es miserable. Pero la gente sigue peleando.

-¿Cree que el país no tiene memoria?
-¿Usted cree que el pueblo eligió a Banzer? Los que eligieron a Banzer fueron el MIR, Condepa y UCS. El pueblo tiene memoria, pero los medios de comunicación quieren hacer olvidar la historia. Los medios nos hablan de violencia. ¿por qué no muestran las razones por la que un pobre mata a otro por un pedazo de pan?

-¿Cuál fue el papel de las radios mineras en los movimientos laborales en los ´70?
-Después de la revolución del ´52 los sindicatos deciden tener sus propias radios a través de campañas populares. Todos podían hablar allí. Los obreros pagaban el sueldo al personal de las radios. Cuando había golpes de Estado, las 30 radios mineras hacían cadenas hasta que el ejército las destruía (como pasó desde 1964), para luego, con la presión de los trabajadores, reponerlas, pero con menos potencia y sin los discos de protesta que nos llegaban de los países socialistas. Y así empezábamos de nuevo. Eso fue hasta 1985 cuando el 21060 terminó todo. Hoy persiste la radio minera pero ya no tiene fuerza. Ese sistema de información fue el primero en Latinoamérica.

-¿Qué futuro le ve al país?
-El Presidente le ha mentido al pueblo, ha dicho: haremos nueva Ley de Hidrocarburos, pero eso es mentira, porque no se va a poder hacer. Esto va a cambiar con una revolución. El Primero de Mayo vamos a lanzar el Movimiento Guevarista, agrupación política que pretende representar la lucha del pueblo, dividido por el FMI y las transnacionales. Si este Gobierno haya estado con el pueblo debía haber enjuiciado a los responsables de febrero y octubre. Kukoc sigue libre. Entre ellos se protegen.

-¿Es posible conseguir ese tipo de cambio en un mundo globalizado?
-Aún se puede hacer una revolución. Las bases para un Gobierno que rompa con las injusticias es una nueva sociedad. Ahora nos distraen con todo. Si la mujer participa, aparece el feminismo que enseña a luchar contra el hombre. Si el campesino empieza a luchar, le dicen que tiene que pelear contra los k´aras (blancos). La religión siempre está diciendo que el pueblo se calme, pero no pide al Gobierno que le dé trabajo a la gente. Las injusticias no van a ser para siempre.

-¿Cuán difícil era ser mujer en un campo minero?
-En Pulacayo hacía un frío terrible. No había baños ni escuelas. De niña iba a hacer pis a la calle, y entonces el orín corría como una viborita que de pronto se empezaba a congelar desde la cabeza, y el hielo avanzaba, y una salía corriendo por temor a que el hielo se le entre al cuerpo (risas).

-¿Ha evolucionado el movimiento sindical boliviano?
-Tratan de destruir a los sindicatos. La COB bajó de perfil porque permitió el ingreso de oficialistas en su seno.

-¿Usted tenía cáncer?
-Sí, me lo extirparon del seno derecho gracias a la solidaridad de los compañeros cubanos.

-¿Qué soñaba de pequeña?
-Quería que se acabe la pobreza. Agarrábamos un pañuelo con mis hermanas, le poníamos azúcar y lo tirábamos a la calle a ver si algún pobre se lo alzaba. Mi papá lo encontraba y nos reñía por eso.

-¿Dónde se refugia cuando se siente cansada?
- Escribo a mi padre muerto, como si él estuviera frente a mí, buscando quizá su consejo.

-¿Y el recuerdo más bonito?
-Cuando Banzer renunció.

-Digo un nombre y usted me dice qué piensa: Jaime Solares
-Si ofrece una huelga general indefinida, debe decir qué viene después de la huelga.

-El embajador Greenle...
-Se hace la burla del país.

-Evo Morales...
-Es parte del sistema. Se cree el futuro Presidente. Para tomar el poder, hay que planificar.

-La Media Luna..
- No le he dado importancia. Inventan todo para distraernos.

-¿Que opina de Picachuri? (minero que se ató una dinamita y explotó en Palacio de Gobierno el mismo día que perdimos con Chile en La Paz por las eliminatorias mundialistas)

- Ha sido lo que le pasa a los ex mineros, aunque no se aten dinamita en el cuerpo.

-¿La Constituyente?
-Otra distracción. Pueden cambiar leyes, pero no van a recobrar nuestra soberanía.

- El Presidente Mesa.
- Es un mentiroso.


PERFIL DE UNA COMBATIENTE
Nació en Pulacayo (Potosí) el 7 de mayo de 1937, y fue la mayor de cinco hermanas. En 1952 se casó con un minero y es madre de siete hijos. Fue la voz de los trabajadores de América en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer, realizada en México en 1975. Moezza Viezzer recopiló en el libro "Si me permiten hablar... Testimonio de Domitila, una mujer de las minas de Bolivia", varias entrevistas que tuvo con Domitila, y en 1971 Jorge Sanjinés hizo un largometraje sobre la masacre de San Juán, (ejecutada por Barrientos por considerar a los mineros soporte de la guerrilla del Che), de la que Domitila fue sobreviviente. Desde el año '63 participó del Comité de Amas de Casa de la mina Siglo XX, que enfrentó a las fuerzas represivas de distintas dictaduras. Ahora impulsa la Escuela Móvil de formación, mediante la que cuenta la historia “no oficial” de Bolivia. Radica en la ciudad de Cochabamba, y está por lanzar el Movimiento Guevarista, una fuerza política que apuesta por una nueva revolución en Bolivia.



Eduardo Galeano / Escritor uruguayo
Memorias del fuego de Domitila

Los mineros bolivianos son hijos de la Virgen y sobrinos del Diablo, pero nadie los salva de morir temprano. Metidos en las tripas de la tierra, los aniquila la implacable lluvia del polvo del socavón. Al salir de allí, los mineros buscan la fiesta. Mientras dure la breve vida y quieran las piernas moverse, es preciso comer guiso picante y beber trago fuerte y cantar y bailar a la luz de las fogatas que calientan el páramo.En esta noche de San Juan, mientras ocurre la mejor de las fiestas, el ejército se agazapa en las montañas. Casi nada se sabe aquí de los guerrilleros del lejano río Ñancaguazú, pero el general Barrientos cree que en cada minero anida un taimado terrorista. Antes del amanecer, al final de la fiesta de San Juan, un huracán de balas arrasa el pueblo de Llallagua. Hay que cavar muchos pozos. Cuerpos de todos los tamaños yacen en hilera, tendidos, esperando. Domitila grita contra los asesinos, desde lo alto del muro de un cementerio. Ella vive en dos piezas sin letrina ni agua, con su marido minero y siete hijos. El octavo quiere salir de la barriga.Por insultar al ejército boliviano se la llevan presa.Un militar le escupe la cara, ella le escupe la cara y él le da una patada. “Le di un sopapo. Me apretó mi cuello y estaba por ahorcarme. Del puño lo había agarrado y lo había estado mordiendo... Tuve un asco terrible al sentir en mi boca su sangre”, dice Domitila. “Cuando me desperté como de un sueño, había estado tragándome un pedazo de mi diente. Entonces noté que el tipo me había roto seis dientes”. La encierran en prisión y sobre la tierra fría nace y muere su hijo...

copiado de http://nuevoperiodismopuntocom.blogspot.com/2008/04/entrevista-domitila-chungara.html

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